ÁUREA-VICENTA GONZÁLEZ MARTÍNEZ MUCHÍSIMAS GRACIAS POR DEDICARLES A LOS PACIENTES DE PEDIATRÍA DEL HOSPITAL UNIVERSITARIO INFANTA SOFÍA ESTE PRECIOSO CUENTO HUMANIZADO "LA FUERZA DE TUS MEJORES AMIGOS SIEMPRE ESTÁ CONTIGO".



LA FUERZA DE LOS BUENOS AMIGOS SIEMPRE ESTÁ CONTIGO

Áurea-Vicenta González Martínez extraordinaria escritora que tuve el gusto de conocer en la plataforma literaria de "La Casa del Libro" nos dedica un cuento humanizado para los pacientes de pediatría de
"Mi Querido Hospital".
¡Muchas gracias por este espléndido regalo!




LA FUERZA DE LOS BUENOS AMIGOS SIEMPRE ESTÁ CONTIGO

A Patri le había dicho su madre que no se preocupara, que estaba segura de que muy prontito llegaría otra niña y ya no tendría que conformarse con estar sola en el cuarto.
Nada más salir su mamá llegaron Ernesto y María, sus mejores compañeros del colegio, que le trajeron muchas fotografías de todos los de la clase, algunas de la Seño y dos muy especiales, una de la fuente y otra, la más curiosa, del gran pino del patio que al agrandarla, usando los dedos a modo de separador sobre la pantallita como le enseñaron, resultó que tenía las grandes y espesas ramas repletas a rebosar de pajarillos, algo que ella jamás había visto pero que sus amigos le aseguraron que desde que no podía acudir a clase, misteriosamente, lo habían invadido. También le explicaron con muchos detalles que la Seño había consultado con la directora el asunto y ambas convocaron una reunión extraordinaria para decirles a los padres que esto demostraba el buen aire que se respiraba en el distrito.
En los teléfonos móviles que les habían prestado sus hermanos mayores para que tomaran las imágenes también grabaron un mensaje para ella de don Julio, el conserje que tanto la cuidaba cuando le daban los ataques, en él, sonriente pero raro, le decía que se tomara todas las medicinas sin rechistar, que no se mimara tanto, que despabilase o se perdería el curso y ya no podría despedirse de ella pues en el mes que llevaba por nombre lo jubilarían.
María y Ernesto le contaron que tuvieron una idea al ver en los dibujos de Bob Esponja cómo éste le quitaba penas a su amigo Patricio haciéndole una hamburguesa sonriente, así que ellos, juntando la paga del sábado que sus padres les daban para chuches le habían comprado la peonza que al lanzarla y cuando baila se ilumina,  la más molona que había en el kiosco del barrio y que esperaban que le alegrase y le quitase las penas.

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 Patri, sonrió y poco más cuando le pregunté por el obsequio.
-Qué preciosa cosita te han regalado, Patri.
-Sí, es muy bonita.
-¿Me dejas jugar con ella?
-Quédatela si quieres, yo no tengo ganas de nada.
-No se pueden regalar las cosas que te regalan, ¿no lo sabes?
-No digas tonterías, yo hago lo que me da la gana.
-Vale, pero yo, ahora, me voy.
-¿Volverás a verme?
-Veremos.
-¿Qué veremos?
-Si estás de buen humor y aprecias lo que los demás hacen por ti.
Abrí la puerta y salí al pasillo cargando un peso en el alma que no llevaba cuando pasé a visitar a la niña. Antes de que tuviera tiempo de dar dos pasos, allí estaba Patri, descalza y en camisón, delante de mí.
-No te vayas.
-¿Qué se dice?
-Por favor, no dejes de contarme el cuento de todas las noches. Vuelve, por favor.
Tomé en brazos a la pequeña paciente que tanto tiempo llevaba ingresada en el Servicio de Pediatría y volvimos a la habitación; la otra cama del cuarto permanecía vacía ya que habían dado de alta a Julia que tantas risas y charlas compartió con Patri mientras duró su restablecimiento.
-Ya sé que te lo ha dicho tu mamá pero yo también creo que no tardarás en tener una nueva amiga.
-Ninguna será tan simpática como Julia.
-Veremos.
-¿Qué veremos?
-Si cuando ella vea la preciosidad que te han traído tus amigos y lo mucho que te quieren no desea ser muy, muy, muy simpática contigo, tesoro.
-Bueno, no sé yo. Ahora, cuéntame el cuento, por favor.
-Allá va: “En un pino grande que hay en el patio de un colegio…”
-No vale, ése ya me lo sé, es el de mi colegio.
-No creo.
-Yo sí.
-Tú déjame que siga a ver si sabes qué sucede en sus ramas y cómo viven allí los gorriones.
-¿Los qué?
-Los gorriones, niña, esos estupendos y traviesos pajarillos voladores que se unen en pandilla para jugar y que son invencibles.
-¿Tan pequeños y no se les puede vencer? No me lo creo.
-Ya puedes creértelo, te lo digo de verdad. La fuerza de los buenos amigos siempre está contigo y te vuelve invencible.
-¿Y tú cómo lo sabes?
-En el colegio se aprenden muchísimas cosas, a mí me lo enseñaron en clase de naturales y ya verás en cuanto vuelvas cómo te enteras tú también, pero, ¿sigo o no sigo con el cuento?
-Vale, sigue, por favor, y dame mi peonza que la ponga debajo de la almohada que no quiero que se pierda si mientras hablas me duermo.
Al salir de la habitación no cerré la puerta del todo, Patri dormía con una sonrisa en los labios, mañana será otro maravilloso y estupendo día. 

-Ninguna será tan simpática como Julia.

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