¡Esperando a Juan Ignacio, a Álvaro Manuel, ...!
Tenía carita de miedo, a lo desconocido, a no se qué, se le notaba por su forma de hablar.
No debe ser fácil ver sufrir a su compañera, ella de parto, y aunque el anestesista vino rápido esos minutos para él le parecían eternos.
Por fin la calma y la tranquilidad se adueñaron de su alma que quedó al descubierto, no paraba de contarme, yo le escuchaba con cariño y atención.
Ya con la epidural cambia todo, el tiempo pasaba y ya estaba la dilatación casi completa, pero dieron las diez y fui a despedirme.
No conocí ni a Álvaro Manuel, ni a Juan Ignacio, pero si a sus padres unas admirables personas que sentí su cariño, y bien seguro ellos el mío, por esos momentos que compartimos, en el que con mi escucha activa dejé que volcarais vuestros sentimientos, por esos ratos tan íntimos, tan personales, donde un apoyo emocional fue mi bandera, y mis manos llenas de vida y cariño os hicieron el bien. ¡Gracias por elegirnos!
Este artículo os lo dedico con mucho cariño, vosotros me enseñáis a querer. Un abrazo Victoria.
Comentarios
Publicar un comentario