Estamos                                 en un momento crucial del conflicto sanitario                                 madrileño. La persistencia nuestro modelo                                 sanitario, sobre cuyos excelentes resultados                                 coinciden todas las partes en conflicto, está en                                 grave riesgo, lo que afecta a bienes esenciales de                                 usuarios (salud) y de todos los contribuyentes                                 (dinero). Esta situación de riesgo condiciona la                                 necesidad de una reforma cuyo fin último                                  debe ser la sostenibilidad del sistema                                 sanitario manteniendo los actuales estándares de                                 calidad. Sin duda, para lograr este fin último hay                                 que definir objetivos intermedios, entre los que                                 se encuentra el ahorro. El ahorro es un                                 objetivo intermedio necesario, sin convertirlo                                 en el fin último. Hay múltiples medidas que pueden                                 conducir al ahorro (medios), pero no todas                                 son aceptables por la sociedad. Por ejemplo, la                                 sociedad no aceptaría que se dejara                                 morir a nuestros ancianos simplemente por                                 el hecho de consumir una gran parte de nuestros                                 recursos sanitarios. Antes, como es natural,                                 exigiría que se recortara de otras partidas que la                                 administración y el actual sistema de partidos                                 políticos gestionan, siendo benévolos, muy                                 ineficientemente. Tal y como se debatió ayer en la                                 I Jornada Nacional de Gestión                                 Sanitaria hay muchas medidas de                                 ahorro pero el quid de la cuestión radica                                 en cómo ahorrar sin deteriorar la calidad                                 asistencial, aspecto esencial del sistema                                 sanitario. Para ello, la participación de los                                 profesionales sanitarios es útil y necesaria. Lo                                 sabe la Consejería de Sanidad, lo saben los                                 profesionales, lo exigen los ciudadanos.
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