MADRID

La sospechosa «despedida» del consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid.


Visiblemente cansado, pensativo y con un tono de voz más apagado de lo habitual. Javier Rodríguez se enfrentó ayer a uno de sus plenos más duros en la Asamblea de Madrid. Una sesión de «acoso y derribo» –como lo definieron algunos diputados en los pasillos– en la que el consejero se quedó solo varios momentos en la bancada del Gobierno, atento a su móvil y respondiendo a las preguntas de la oposición. «No hay nadie en Madrid ni en España que tenga confianza en su consejero de Sanidad. Estoy seguro de que ni usted mismo tiene confianza en él. Debería cesarlo, mejor hoy que mañana», dijo Tomás Gómez a Ignacio González, sin que éste hiciera una defensa «personal» de su consejero.
Un discreto «no me esperaba otra cosa de su intervención», en respuesta a una intervención de la diputada socialista Laura Oliva, fue la única «salida de tono» de Javier Rodríguez. Pero sin duda, el momento más comentado fue la multitudinaria y efusiva «despedida» con la que los diputados populares arroparon a su compañero. El consejero dijo adiós, uno a uno.
Abrazos, caricias y besos de sus colegas de bancada que se presta a múltiples interpretaciones. Unos no ven en ellos más que el apoyo y el reconocimiento de sus compañeros a la gestión del consejero. Otros, especialmente, en la bancada contraria un «último adios». «Éste no vuelve el próximo jueves», se escuchó al término del pleno en el exterior de la cámara regional. Ana Isabel Mariño o Lucía Figar, estuvieron especialmente atentas con el consejero. Tras las muestras de cariño, Rodríguez se fue en silencio, caminando lentamente hacia los depachos del grupo parlamentario popular con la sombra de la duda de si volverá a sentarse en su escaño el próximo jueves. 

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