Saber consolar es un atributo que, aunque se quiera aprender, no todo el mundo posee.

 
En su análisis, nuestro colaborador no duda en recurrir a un término que, por lo que advierte, no tiene asumido: se trata de la palabra ‘resiliencia’, que se está convirtiendo de uso común y que, aunque poco comprensible, se utiliza para referirse al estado de ánimo de quien supera situaciones penosas.
Decía mi madre una frase que, como ocurre casi siempre con nuestros progenitores, no comprendí en mi temprana edad. La frase era: “A mí un disgusto me cuesta una enfermedad”. No la entendía, además, porque sus contrariedades eran, en comparación con los auténticos dramas, banalidades. Lo entiendo ahora no sólo como protagonista de sucesos personales dramáticos, sino como profesional de la salud que ha tenido permanente contacto con la enfermedad y sus circunstancias.

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