Visitar a un recién nacido en el hospital. ¡Extraordinarios consejos a seguir por la familia y amigos!

¡Extrao


Una guía amena, didáctica y rigurosa que nos ayuda a entender el desarrollo de nuestros hijos en sus tres primeros años de vida y nos propone recomendaciones adaptables a cada familia. La primera etapa de la vida de un niño está llena de cambios importantes. El pequeño pasa de ser un bebé desorientado, que no puede hacer mucho más que llorar y mamar, a ser un niño que comienza a preguntarse (y preguntarnos) por todo. Su cuerpo y, muy especialmente, su cerebro cambian a un ritmo vertiginoso. Pero también son años difíciles, en los que muchas novedades nos pillan por sorpresa y nos llenan de dudas. ¿Qué es lo que necesita realmente un bebé?, ¿por qué llora en cuanto le soltamos?, ¿es malo que duerma con nosotros?, ¿hasta cuándo continuar con la lactancia?, ¿cómo actuar ante las rabietas?, ¿le dejamos el móvil para que se distraiga o mejor lo evitamos?, ¿cuándo necesita ir a la guardería?, ¿le castigamos cuando se porte mal?, ¿cómo establecemos límites? En este libro responderemos a estas y muchas otras preguntas, abarcando gran parte de lo que ocurre durante los primeros años de vida de nuestros hijos. Unos años que probablemente en el futuro recordaréis como vuestros mejores años.



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Hijos y padres felices alberto soler concepción roger


Quizá estás embarazada y te rondan las dudas sobre cómo enfocar el tema de las visitas al hospital, o quizá es tu mujer o una amiga o familiar la que está a punto de dar a luz, quizá pasaste por esta situación hace un tiempo… es algo relativamente frecuente el que nos pille a uno u otro lado de la barrera eso de hacer o recibir visitas a un recién nacido en el hospital. Se trata de unos días bastante delicados en los que la mamá y el bebé necesitan mucha calma y tranquilidad para recuperarse del parto. ¡Vamos a ver algunas ideas para organizar un poco esos días!

Cuando nace un bebé hay mucha gente alrededor entusiasmada con la noticia. Muchos quieren ir a conocerle cuanto antes, cogerle, hacerse fotos con él, conocer todos los detalles del parto, quizá hacer algún regalito a los padres o al recién llegado, etc. No hay ninguna duda en que son un montón de buenas intenciones, pero en esos primeros días los papás y el bebé no pueden atender tantas visitas, tanto ajetreo… lo que tienen que hacer es recuperarse del parto, que en el mejor de los casos habrá sido agotador, y en muchas ocasiones quizá ha tenido alguna complicación o intervención como cesárea, episiotomía, etc. Además de todo esto, los padres tienen que ocuparse de un recién nacido que necesita calma, tranquilidad y toda su atención para iniciar de la mejor manera la lactancia.
Aunque voy a hacer referencia en varias ocasiones a la lactancia materna, porque estas primeras horas y primeros días son muy importantes para que todo marche bien, prácticamente todo lo que voy a comentar en este vídeo se aplica igualmente en el caso de bebés que por el motivo que sea, reciben leche de fórmula. Estos bebés y sus madres necesitan igualmente calma, tranquilidad y toda la atención de sus padres.

El objetivo: un inicio satisfactorio de la lactancia

Aunque cada vez se van teniendo más en cuenta estas recomendaciones en los propios hospitales, es importante saber que las primeras horas nada más nacer son muy importantes para el establecimiento del vínculo y el inicio de una lactancia materna satisfactoria. Para esto, siempre que sea posible, lo ideal es que nada más nacer el bebé sea colocado directamente sobre el pecho de su madre, en contacto directo piel con piel, y que permanezcan así, sin interferencias, durante al menos las dos primeras horas nada más nacer. En estas condiciones, si este contacto no se interrumpe ni se producen interferencias, lo esperable es que el bebé realice su primera toma en la primera hora, como recomiendan la AEP y otras sociedades científicas. Cuando se producen interferencias en este proceso, o cuando la primera toma se retrasa por encima de este tiempo, no es extraño que comiencen a darse problemas en el establecimiento de esa lactancia. Por eso es muy importante respetar la intimidad de la familia durante estas primeras horas. Porque está demostrado que si la lactancia va bien en esas primeras horas habrá muchas menos dificultades y la probabilidad de conseguir una lactancia satisfactoria y de mayor duración es mayor que cuando se empieza ya con mal pie.
Algunas matronas recomiendan, y no me parece mala idea, que durante las primeras 24 horas no se reciba ninguna visita. Y es que la madre acaba de pasar por la experiencia de un parto con lo que probablemente estará agotada y con dolor. No debería tener que preocuparse de estar “presentable” para las visitas.
Pero una vez pasadas estas primeras horas no quiere decir que la madre y el bebé estén ya recuperados, que la lactancia ya esté establecida, y que puedan circular por la habitación del hospital todos los amigos y familiares a conocer al bebé… ¡Para nada! Toca ser selectivos y poner un poco de orden ante lo que, si nos despistamos, puede convertirse en una situación un poco caótica.

Filtrar y controlar las visitas

Lo primero es filtrar un poco las personas que nos van a visitar. Está claro que los familiares y amigos más cercanos querrán venir y querremos que vengan, pero deberíamos limitarlo a estas personas más cercanas, y no plantearlo como unas jornadas de puertas abiertas en las que recibir a un montón de gente.
Además, estas visitas no deberían ser muy largas, ni deberían coincidir muchas personas a la vez en la habitación; si se juntan 6 u 8 familiares, es mejor que hagan turnos para ir pasando de dos en dos o como mucho de tres en tres, porque cuando nos juntamos unas cuantas personas en una habitación, es fácil que nos volvamos un poco ruidosos, o armemos más follón. Respecto al tiempo, es mejor que cada visita no se alargue más allá de los 20 min o, como mucho, media hora. Si la cosa se alarga, el padre puede invitarles a acompañarle fuera de la habitación para que la mamá descanse o para que el bebé pueda hacer una toma tranquilo.
Como decíamos, no hay que perder de vista que lo más importante estos primeros días, si la madre ha decidido dar el pecho, es que la lactancia arranque como es debido. Por eso es importante que en cuanto el bebé muestre cualquier signo de hambre (no hace falta que llegue a llorar) la madre pueda darle tranquilamente el pecho sin tener que estar pendiente de las visitas. Hay mamás a las que les puede importar menos el que les vean dar el pecho (aunque imagino que no debe ser muy agradable estar con la teta fuera delante de toda la familia mirando), pero no es tan solo una cuestión de vergüenza o pudor, se trata también de que la madre y el bebé puedan tener un momento de tranquilidad para que todo fluya sin problemas. Así que, si hay que dar teta, se acabó la visita.

Cuidado con los olores: molestan al recién nacido y a su madre

Un detalle importante, y que no se suele tener en cuenta, es el tema de los olores. Tanto el recién nacido como su madre son muy sensibles durante estos primeros días a los olores. Y no es algo casual ni de poca importancia. Es uno de los mecanismos que la naturaleza ha previsto para el establecimiento del vínculo y el inicio de la lactancia. Por esto es muy importante que no vayamos a ver a un recién nacido como si se nos hubiera caído el bote de colonia por encima. Por mucho que te guste tu colonia, para esta visita sobra, probablemente este olor moleste a la madre y al bebé (aunque no digan nada). Muchas madres recuerdan como muy molestos estos olores fuertes los primeros días, así que para esta visita es mejor ir sin colonia ni maquillaje. Lo que el bebé necesita es reconocer el olor de su madre, no un carnaval de olores diferentes que le mareeen. Por supuesto, si una colonia puede molestar, mucho peor aún es visitar a un recién nacido oliendo a tabaco.

¿Estás resfriado? Aplaza la visita…

Algo que ya no es un detalle, sino que debería ser bastante obvio, y no hacer falta ni mencionarlo, es que si estamos enfermos, no deberíamos ir a conocer a un recién nacido. Aunque se trate de un simple resfriado, hay que tener en cuenta que los recién nacido son muy vulnerables a todo tipo de infecciones y que un simple resfriado en ellos puede acabar con el bebé ingresado en neonatos. Aunque no estemos malos, hay que lavarse las manos antes de entrar a verle; normalmente en el pasillo de las habitaciones hay liquiditos de esos desinfectantes con los que podemos lavarnos las manos antes de entrar.

¿El mejor lugar para el recién nacido? Los brazos o el pecho de su madre.

No tenemos que olvidarnos que el bebé es eso, un bebé recién nacido, que en principio lo que necesita es estar con su madre. No es un muñeco que tenga que ir de mano en mano para que todo el mundo se haga fotos con él. Si la madre o el padre lo tienen en brazos y está tranquilo, ahí está bien. Si está durmiendo, le dejamos dormir. Si queréis cogerle, tendréis el resto de la vida para hacerlo, hoy no es el momento. Y lo mismo podemos decir de los besos.
Cuando hablamos de la importancia de no separar al bebé de su madre, no hablamos sólo de los médicos cuando se lo llevan de manera injustificada para hacer tratamientos o pruebas que pueden llevar a cabo igualmente un par de horas después o incluso con el bebé sobre su madre; esto también se aplica a esas breves interrupciones en la habitación cuando amigos y familiares quieren coger al bebé. Está comprobado que si el bebé no es separado de su madre durante los primeros 60-70 min, el recién nacido repta hasta el pecho y hace una succión correcta, lo que se asocia a una mayor duración de la lactancia materna. Las separaciones, aunque sean de pocos minutos, pueden interferir en este proceso y favorecer una succión ineficaz del bebé, lo que puede desembocar en diferentes problemas que dificultan el establecimiento de la lactancia (como la pérdida excesiva de peso, o la congestión de los pechos). Pero una vez pasadas estas primeras horas, el mejor lugar para el bebé sigue siendo los brazos y el pecho de su madre, en contacto piel con piel.

¿Y los hermanos mayores?

Si hay hermanos mayores, es importante hacerles caso a ellos también. Al fin y al cabo, el recién nacido no va a enterarse de mucho, pero los hermanos mayores sí que pueden sentirse desplazados si toda la atención se enfoca en el recién llegado. Hacedle caso a los mayores, jugad con ellos, pedidles que nos cuenten ellos cómo ha sido la cosa, acompañarles a dar una vuelta por el pasillo o bajar un rato a jugar fuera del hospital puede ser de más ayuda para los padres que pasar el rato todos amogollonados en la habitación.

¿Cómo dar la noticia?

Respecto a los móviles. Puede ser buena idea hacer uno o varios grupos de WhatsApp a los que enviar un único mensaje anunciando que el bebé ya está aquí y los detalles que se estimen oportunos, en lugar de tener que estar avisando uno por uno a un montón de amigos y familiares. Silenciar después estos grupos y el móvil, o incluso apagar los móviles durante algunos ratos puede ayudar a reducir las distracciones.
Hay que tener en cuenta que todas estas interferencias, por muy bienintencionadas que sean, pueden suponer distracciones que hagan que al final el bebé mame menos de lo necesario, o no lo haga de la forma correcta, pudiendo suponer la aparición de problemas como un mal agarre al pecho, grietas, hipoglucemias, ictericia, pérdida excesiva de peso, necesidad de administrar suplementos de leche de fórmula artificial, etc. que hacen que muchas lactancias fracasen en los primeros días o semanas, a pesar de ser lo que la madre hubiera querido.

La prioridad: madre y bebé. Lo demás puede esperar.

Muchas veces los padres se plantean más el no molestar u ofender a los familiares que este tipo de cuestiones, pero hay que tener en cuenta que estos pueden disfrutar del bebé durante el resto de la vida, pero que estos primeros días son muy importantes para el establecimiento del vínculo con la madre y para el correcto inicio de la lactancia, así como para la recuperación de la mamá y la adaptación del bebé a la vida extrauterina. Nadie quiere herir los sentimientos de sus amigos y familiares, pero son momentos muy delicados y durante estos días las personas de las que más hay que cuidar son el bebé y la mamá, no todo el resto de amigos y familia.
Para evitar malentendidos y ofensas, es mejor que los padres avisen antes a los más allegados que prefieren tranquilidad durante esos días y que les irán informando por mensajes.
Durante esos días, obviamente el que se tiene que encargar de poner un poco de orden en todo esto es el padre. La mamá bastante tiene con recuperarse y atender al bebé. Así que ya sabéis papás, tenéis faena…
Recordad que ya está a la venta nuestro libro “Hijos y padres felices”, en el que trauentetamos temas que van desde las rabietas hasta el sueño, pasando por la alimentación, lactancia, premios y castigos, límites, apego, colecho, etc.  ¡Os gustará!

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